Parecía que no llegaría nunca el final del año 2013, pero al fin llegamos a su final. Un año un poco asquerosillo para mucha gente. Quizás y espero que sea el año en que hemos tocado fondo en la crisis, pero mejor decirlo bajito, nunca se sabe que nos depara el futuro. Sea como sea, la Navidad está ya aquí, a la vuelta de la esquina. Es momento de parar motores en el trabajo, empezar vacaciones (quien pueda), comprar regalos, hacer esas listas matriciales para no dejarte ningún niño de ningún abuelo. Es tiempo de replegarse en familia. Es tiempo de enviar y recibir postales de navidad, cada vez más electrónicas que en papel, aunque a mi me sigue gustando más en papel. Es momento de decirse lo que nos queremos. De leer esa frase que nos llega al corazón. Es momento de aquellas cenas imposibles, de como encajas tantas cenas en tantos días, como si del fin del mundo se tratara. Es tiempo de recuperar la ilusión de cuando eramos niños, de sentarse cerca de los peques que van a cagar el «tió», bueno eso aquí en Cataluña que es tradición, coger unos palos y darle bien fuerte a un tronco que como gratitud caga juguetes a los niños. Escribiendo esto me doy cuenta de lo bestias y crueles que son algunas tradiciones. Me fascina ver la capacidad de credulidad de los niños. Cómo envidio ese ser inocente, ese pensar que nadie te va levantar la camisa y que no tienes que temer por nada. Que bonita esa mirada inocente y de ilusión de los niños cuando cuentan los días que quedan para que llegue el Papa Noel.

Es tiempo de soñar más que nunca con la lotería de navidad, el esperado «Gordo». Todas las cosas que se ha imaginado uno antes del sorteo, todo eso que haría uno si le tocará unos cuantos maletines de billetes. Aunque siendo sinceros nunca he creído demasiado en esto de la lotería. Casi siempre acabo comprando más para que no me etiqueten de bicho raro que no por pasión por la lotería.

Y dentro de poco empezará ese furor para empezar a hacer propósitos para el año próximo. Ya empieza ahora el tiempo de hacerse promesas internas, aunque todos sabemos que se pospondrán hasta pasar las comilonas de Navidad. ¿Qué serían las Navidades sin las comilonas? sin esa sensación de reventar cuando llegan el turno de los turrones, polvorones y variantes. Sí, lo de salir a correr cada día por la mañana mejor lo dejamos para una vez empezado el próximo año, total por cuatro días que quedan.

También es tiempo para acordarse más que nunca de las personas más necesitadas. Esa sensibilidad para sentirse afortunados por poder comer. Esa solidaridad que se ha visto en multitud de iniciativas de solidaridad estos días.

La telepatía. Es el mes del año en el que se le saca más jugo. Alguien pensará que yo habiendo hecho la carrera de telecomunicaciones no voy a creer en eso. Nada más lejos de la realidad. Joder si funciona la telepatía. ¿O no te ha pasado de pensar intensamente en una persona que al cabo de un momento te llame o te lo encuentres por la calle? Es tiempo de pensar en todas esas personas que son o han sido importantes para ti, de recordarles y dedicarles unos segundos de tu vida a transportarte en el pasado recordando bellos recuerdos. Es momento para esas relaciones entre personas que se saben queridas mutuamente, que saben que hay una química especial que les hace sentirse cerca siempre aunque estén lejos físicamente. Esas relaciones para las que el tiempo se detiene entre encuentros, para los que al reencontrase parece que fuera ayer la última vez que se vieron.

Es tiempo de ponerse nostálgico por los que no están ya. Por los que están pero están cerca de no estar.  Es momento de apurar hasta la última gota de vida para disfrutar con los que están. Es momento de mirar de reojo todas esa pandilla de enfermedades de estas últimas décadas que todavía no hemos aprendido a dominar. El cáncer, el jodido cáncer, lo caprichoso de esa enfermedad, de entrar en tu cuerpo en el momento menos esperado y arrebatarte la vida en menos que canta un gallo. El alzheimer y otras enfermedades el cerebro. Esa jodida enfermedad que te deja desconfigurado y no atinas a hacer lo que toda la vida llevas haciendo. Mirar de reojo todo esto, sin querer verlo mucho para no amargar estas fiestas pero siendo consciente que esto existe y que es una ruleta rusa.

Y así es como pasamos  un año más, como vamos criando pelo que se dice. Así es como entre alegría y tristeza pasan nuestras vidas. Así es como es, aunque nos cueste aceptarlo.

Me gusta esa sensación de tregua que existe en esta época del año. Todo parece ir más lento. Parece como si todo el mundo aflojara y se replegara en el interior de sus casas para mirar hacia adentro más que hacia fuera. Este ejercicio sano lo deberíamos hacer más a menudo en esta sociedad para ver que se puede vivir con menos y para ver que lo que te llena como persona a veces es tan simple como compartir momentos con personas que quieres y te quieren.

Es momento para trazar una ralla imaginaria en un papel imaginario al 2013 y decir, hasta aquí hemos llegado. En breve, borrón y cuenta nueva, pero hasta que llegue ese momento vamos a aprovechar los últimos días del año para disfrutar la compañía de nuestros seres queridos, los que están con nosotros, los que están lejos pero sabemos que están con nosotros y los que no están pero sentimos que están.

Te deseo unas felices fiestas de navidad.