Hace ya unas semanas hablaba en este blog sobre los esperados brotes verdes de la economía que anunciaba el gobierno de España. Contrastaba lo que oía en las noticias con la realidad que yo veía a mi alrededor y no encajaban las dos visiones, por ser mi realidad cercana más dura que la anunciada. Han pasado algunos días desde ese artículo y no mucha cosa ha mejorado según mi realidad. Poniéndome las gafas de optimista podríamos decir que sí que hay como un querer y no poder recuperase de la economía. Aunque recuperarse es ser demasiado generoso, digamos que la economía deja de empeorar. Aunque tampoco en eso estoy muy convencido. La supuesta recuperación va por barrios. Hay muchas empresas que están dejando lastre, están como un barco que se hunde y van tirando al mar cosas para reducir peso, que si un ERE por aquí, que si unas nóminas que se pagan con retraso, que si unos despidos por aquí, que si una fábrica cerrada por allá.

Con las personas que he hablado me comentan que sí, que parece que «algo se mueve», aunque muy débilmente. Yo mismo me sumo a esta visión, desde el último artículo de los brotes verdes he notado algún movimiento, han contactado conmigo alguna persona interesándose por lo que ofrezco e incluso he conseguido un nuevo proyecto.

La guerra de los precios

No hace mucho estuve en una feria del sector de las bodas en Tarragona. Había ambiente, se veían muchas parejas informándose para los preparativos para casarse, y eso que una boda no es cosa de poco dinero. Había empresas del sector de las bodas, empresas de catering, fincas donde casarse, hoteles, fotógrafos, organizadores de eventos, etc. Cada empresa de estas con la cruz de crisis encima, pero allí estaban, luchando para salir de la crisis. Haciendo cada una sus ofertas para intentar captar clientes y poder vender. De vender a facturar,  de facturar a ingresar, de ingresar a pagar gastos. ¿Y de lo que sobra hay beneficio? cada cual sabrá, pero una cosa que veo es que se está yendo mucho a reventar precios, a ver quién ofrece el servicio o producto por menos dinero. Es normal, hay crisis y todo el mundo mira más en qué gasta el dinero. El problema que veo es que hay que vigilar con el precio, no sea que de tan bajarlo se perdiera por el camino alguna pieza importante en la prestación del servicio o producto. Es lo que decían ya mis abuelos, que no hay duros a cuatro pelas. Entiendo que durante un tiempo se puede ofrecer un servicio o producto a un precio reventado, a un precio en el que el vendedor apenas tiene margen, ya sea para captar un nuevo cliente o ya sea para evitar que un cliente existente se marche. Pero desde mi punto de vista este modelo no es sostenible, no puede durar mucho tiempo, porque para que se preste un buen servicio o producto todas las partes tienen que salir ganando. Las partes forman un todo. Cliente y proveedor forman un todo. Un cliente puede recibir un servicio a precio de «ganga» durante un tiempo corto, como promoción o parte de la estrategia de captación del cliente, pero no eternamente. Y si recibe un servicio a un precio muy por debajo de lo que sería razonable pensar, cuidado, porque lo más seguro es que le acabarán dando gato por liebre.

Qué se entiende por un precio razonable

Imagina un servicio. Imagina que te ofrecen este servicio por 200 euros. ¿Es caro? ¿Es barato?¿Estás pagando un precio razonable? Haz un estimación de las horas que crees que hacen falta para recibir el servicio, un poco a bulto. Si el servicio te lo presta un profesional independiente solo tienes que contar las horas de una persona. Si se trata de un servicio de catering, cuenta cuantas personas trabajan para ofrecerte el servicio. Bien, ahora divide el precio del servicio entre las horas que has estimado. ¿A cuánto sale el precio hora? ¿80, 40 euros la hora? ¿30?, ¿20?, ¿10? ¿Inferior a 5 euros? Hazte la pregunta, ¿El servicio se presta regularmente a lo largo de un año? ¿Lo prestan profesionales de carne y huesos? Plantéate si tu te podrías ganar la vida con el precio hora del servicio que te ha salido. Si la respuesta es que no, cuidado con la ganga, algo sospechoso hay en ella y te saldrá por algún lado, puede con la calidad. Todo esto sin contar con otros factores que influyen en el precio como costes indirectos (material, transporte, alquiler oficina, amortización maquinaria, etc.).

El otro día una persona que se dedica a temas fiscales me contaba que un cliente suyo cambió de proveedor porque eran 2 o 3 veces más baratos. Al cabo de un año de estar con el proveedor barato volvieron a contratar a la empresa de la persona que conozco pidiendo socorro, con un lío en las cuentas de mil demonios.

¿Qué tipo de servicio estás contratando?

Otra pregunta a hacerse es que tipo de servicio estás contratando. ¿Un servicio que implica tareas básicas sin mucha formación o un servicio que implica una cierta formación y experiencia? Si es lo segundo, ten en cuenta el precio hora que estás pagando. Si a un asesor fiscal le pagas menos a la hora que un camarero es probable que pierdas el asesor fiscal a medio/largo plazo. Y éste es probable que o busque clientes más rentables o cambie de sector. Y quien dice un asesor fiscal dice un informático, un periodista, un dentista, un abogado, etc.

¿Has ido alguna vez a alguna visita de algún medico privado? la visita te puede costar tranquilamente entre 50 y 100 euros y es muy probable que el tiempo que te dedique sea inferior a una hora.¿ Te imaginas recibir el servicio por 3,80 euros la hora? ¿A que solo lo concibes en caso de «promoción» para que conozcas el médico, te enganches y a la segunda visita ya pagues los 100?

La caída en picado de los precios en España

Lo malo de España es que los precios han bajado en picado en todas partes. Ha caído los precios tanto en la venta de productos o servicios como en los salarios de las personas. En estos días están dando un anuncio en la tele de un Renault Scénic por 14.000 euros. Yo compré un Renault Megane hace diez años por unos 16.000 euros. El Scénic, aún siendo de prestaciones superiores al Megane, tiene un precio más bajo ahora que hace 10 años el Megane. Flipante.

Con los sueldos también es para flipar. Los que mantienen posiciones laborales de antaño todavía tienen salarios de los de antes. Las personas que son contratadas ahora tiene ya unos salarios muy por debajo de lo que se pagaba antaño. Es elocuente calcular a cuánto sale el precio/hora en base a tu salario. Para un sueldo mileurista, haciendo el cálculo así a bulto, saldría unos 6 euros a la hora (contando 160 horas al mes, 40 por semana, sin contar pagas dobles). Un sueldo de 2000 euros vendrían a ser 12 euros a la hora. La diferencia con la modalidad de trabajar de autónomo es que estando en nómina sabes que cobrarás los 1000 o 2000 a final de mes (si la empresa no hace quiebra de por medio). Lo malo trabajando de autónomo es que es muy difícil colocar 40 horas semanales a múltiples clientes durante todas las semanas del año. El ideal del médico que tiene la visita privada llena todos los días del año es difícil de alcanzar.

El peso de la ley de la oferta y la demanda

Y detrás de todo esto está la ley de la oferta y la demanda. Si de golpe se incrementa mucho el número de profesionales de un campo baja el precio. O si hay los mismos profesionales pero baja en picado la demanda también baja el precio. Esto es en gran medida lo que está pasando ahora. Que en tiempos de crisis en general todo el mundo se piensa mucho si gasta o no gasta dinero en algo y también tarda más en decidir si se gasta o no gasta el dinero. Con lo cual, baja la demanda y los profesionales que quieren colocar el producto entran en guerra de precios por ser los elegidos. Y esto es así de absurdo como a la contra. Cuando la economía empiece a funcionar los profesionales disponibles no darán abasto a la demanda, con lo cual van a subir el precio para ser más selectivos en su clientela y tener más beneficio. Hace unos años yo recuerdo que casi parecía que pidieras un favor cuando pedías a un carpintero o fontanero que viniera a tu casa para hacer un remiendo. Hoy las tornas han cambiado.

Esos brotes verdes esperados

Y todo esto me ha venido a la cabeza a raíz de lo de los brotes verdes. Sí, esa sensación que se mueve el mercado. Ese formulario de contacto que has recibido mostrando interés por lo que haces. Ese presupuesto que entregas. Esa venta simbólica que has conseguido. Esos precios a la baja que hacen difícil que salgan las cuentas. Esos brotes verdes esperados, todavía.

Si has encontrado interesante este artículo quizás también te interese leer los brotes verdes – parte 1:

Los jodidos brotes verdes de la economía
Somos unos cuantos que ya estamos cansaditos de los jodidos brotes verdes de la economía española. No porque no nos guste la idea de salir de la crisis sino porque no nos gusta que nos pongan una zanahoria delante como si de un burro se tratara.