I’m never gonna let you down. Hay muchas canciones que tienen este estribillo o similar, que traducido vendría a decir “yo nunca te dejaré caer”. Es una frase que resuena en mi cabeza y me gusta. Tiene un punto de romántico, un punto de tozudo, un punto de resiliencia, de aguantar para salvar algo que te importa. Hay hasta cierto punto un punto de fe incondicional con el que te lo dice, de querer creer que a pesar de todo esa persona no te dejará caer. Qué bonito.

Escribo todo esto así a bocajarro, tal como me viene de la cabeza. Estos últimos días, aprovechando todavía unos días de vacaciones, me ha dado por restaurar una mesa que tenemos en la terraza. Una década expuesta a la intemperie es mucho tiempo, lluvia, viento y un sol que rompe las piedras (qué bonita la expresión en catalán “badar les pedres”). El caso es que la mesa estaba para tirar, esto habría sido lo común, tirarla, ir a una tienda tipo Leroy Merlin y comprar otra, seguramente otra peor, una de plástico barato, que daría el pego durante dos o tres años y otra vez a tirarla. Me alegro que algo se encendió en nuestra cabeza y dijo: no, no te dejaremos caer, nosotros te restauremos.

Es una simple mesa pero me gusta pensarlo así. Esta mesa nos dio muchas alegrías y buenos momentos. Recuerdo cuando la pandemia del covid (¿Cuánto tiempo estaremos traumatizados por esto?). Decía que cuando la pandemia estuvimos muchos días confinados, encerrados, en especial los niños, qué aberración fue vetar a los niños de poner un pie a la calle. Y fue en esos momentos cuando la mesa dio su mejor versión y nos sirvió para hacer el desayuno/almuerzo en la terraza, permitiendo que viéramos el cielo, el sol, el aire, que nos asfixiaremos en esa atmósfera decadente, aterrorizante que fue la pandemia del covid.

Lijar, pulir. Lijar, pulir, creo que decía el sensei de Karate Kit. Esto he estado haciendo yo, lijando y puliendo, en cada movimiento de lijar he notado la piel de la mesa, nos hemos acariciado mutuamente. Luego, con cada brocha de imprimación ha sido como el que pone aftersun a su niño después de la playa. Y finalmente, la he pintado con una pintura verde esmalte, precioso, un color para dar vida, para recordar la vida que ha dado y espero dé esta mesa. Después del proceso tengo que decir que es mucho más gratificante rescatar algo y darle nueva vida que no tirarlo y comprar algo nuevo. Seguro que lo has experimentado, ¿Verdad? La próxima vez que vayas a tirar algo, piénsalo dos veces, ¿Puedes rescatarlo?

Y ahora me voy a otra punta del tablero para compartir contigo una reflexión más que mi cerebro une con esta idea. Ayer paseando con mi mujer encontramos una amiga suya que tiene un bebé. Era la segunda vez que lo veía y lo saludé, estoy seguro que se acuerda de mi, yo me acuerdo de él, me cayó simpático desde el primer momento. A su madre le dijeron en el parto que seguramente el niño moriría, que no sobreviviría. El niño tiene que llevar unos tubos en la nariz para respirar, pero esto no evita que ría, que me dé su pie y al ponerle mi mano ría. Qué precioso y qué historia más bonita la de esta madre que lucha por su hijo y sabe que no lo dejará caer. Estoy seguro que este niño se hará grande, superará los problemas de respiración y vivirá muchos años. Esto deseo con todo mi corazón.

We’re never gonna let you down, querido campeón. O como decía Rick Astley, “never gonna give you up”.