¿Cuánto tiempo tendrá que pasar hasta que te des cuenta de ese patrón que no te conviene?

Somos tan ingenuos e inocentes que repetimos el mismo patrón una y otra vez, sin darnos cuenta.

Cuando ves repetir el patrón en otros todavía es más impactante, porque tu sí eres consciente de lo que pasa al otro, pero el otro no lo es, no lo ve, y no sabe ni donde tiene el pie derecho para cambiar.

Bastaría con un “clic”, con una “chispa” que enciende la hoguera, que haga que tome conciencia, que esto a la vez provoque un cambio de hábitos, de actitud y se producirían resultados diferentes, resultados mucho mejores, sin duda. Y esto a la vez provocaría una química cerebral mucho más positiva, que reforzaría la confianza en uno mismo. Que a la vez retro-alimentaría a seguir las acciones del éxito, y así se consolidaría un nuevo patrón positivo para dicha persona.

Pero todo cuesta tanto, y ese “clic” no llega. El cambio de chip que a veces decimos, pero carai, ese chip quizás tiene que venir de Asia, y ahora hay problemas de suministros de chips. Quizás por esto la humanidad en general anda tan perdida, porque muchas personas entran en patrones asquerosos, no se dan cuenta, y no hay manera de que cambien de chips.

El otro día andando por una calle del centro de Sabadell, mi mujer me hizo darme cuenta de que en el suelo había algo escrito, en fondo negro y con letras en blanco había un texto con el teléfono de emergencias para avisar si detectamos a alguien que se quiere suicidar. Madre mía cómo está el patio para que se tenga que pintar en el suelo de la calle estos mensajes.

Los que nacimos el siglo pasado, digamos en los 60’s, 70’s, 80’s recordamos la infancia y adolescencia sin tantos peligros ni trampas. Mi hermana y yo nos moríamos de aburrimiento algunas tardes, sentados en el sofá, mirando la tele, y comiendo chucherías. Recuerdo comer esas de color rosa, blanditas, las esponjas las llamábamos, ¿verdad? Cuando se acaban le tocaba a uno de los dos levantar el culo e ir a la tienda de abajo a comprar más. Luego podíamos seguir con queso de la nevera o lo que encontrábamos.

No todo era comer. También había rato para la creatividad. Recuerdo un invento que causó furor entre nuestros vecinos. Ellos tenían un aparato para poner cintas de video, de verdad, y poner películas en la tele. Nosotros no teníamos, así que mi hermana y yo decidimos hacer uno de cartón, con una caja de zapatos, la forramos con papel, la pintamos. Hicimos el hueco para la cinta, y creamos varias cintas de carton. Invitábamos a nuestros vecinos a pasar la tarde en nuestra casa, de hecho era común ir de un piso al otro, haciendo una especie de extensión de pisos (esto ya no se da ahora, ¿verdad?).

Bueno, el procedimiento para dejar boquiabiertos a nuestros vecinos era el siguiente: poníamos la tele, hacías rápidamente un zapping (solo había 3 o 4 canales), y veías que daban. Si hacían “Oliver y Benji”, o justo daban la película de “Cazafantasmas” decías: vamos a poner la película de los Cazafantasmas, cogías la cinta de cartón, la introducías en el video de cartón, y zasca: aparecía en la tele esos jovenes persiguiendo fantasmas. Era brutal el efecto. Creo que a nuestros vecinos les gustaba más la experiencia de nuestro video que no el suyo, y eso que era de verdad.

No teníamos tantas cosas, no sabíamos tantas cosas, ni falta que hacía. Ahora todo ha cambiado, a peor, claramente. Ahora los niños tienen, como mi hermana y yo de pequeños, una caja de carton que se llama móvil. Y dentro de ese móvil puede entrar lo que sea. No es como nuestra infancia/adolescencia, donde solo entraban 4 canales, ahora puede entrar de todo, y allí se cuelan cosas de adultos que no deberían ver, se cuelan patologías con la comida, adiciones con juegos, falsas expectativas de lo que es la vida, de lo que es ganar dinero sin esfuerzo.

Que Dios no pille confesados, porque tela el panorama.

Mis padres estaban creo cansados de tantas manualidades que hacíamos mi hermana y yo. Ya no sabían dónde ponerlo. Eso sí, siempre mostraron interés y amor incondicional por nuestras ofrendas. Recuerdo mi padre que siempre decía, con acierto, esto sí que es lo mejor que habéis hecho, lo pondré en el cabezal de mi cama.

Molaba. Un deseo de amor y ternura para mis queridos padres.

Que acabes de pasar un feliz domingo.

PD: voy a felicitar a un buen amigo que cumple años hoy, y vive en Estados Unidos y ya se habrá levantado, mañana allí, tarde aquí.