Greg Maroney, pianista. “My everything”, una de sus canciones, preciosa. ¿La conoces? Si no, no acabes el año sin escucharla, búscala en internet, Spotify, y vas a ver, qué bonita. Sin hablar, sin letra, todo lo que dice, “my everything”, que vendría a ser “mi todo”, y uno se imagina un amor puro, dos almas conectadas, danzando al compás de esta preciosa melodía, y uno querría que toda la vida fuera así, una danza armónica y llena de amor.

Nada suele ser como uno se imaginaba en la vida. Ocurren cosas, buenas y malas, cosas fuera de nuestro control que nos superan. “Eppur si muove" dijo Galileo antes de que lo mataran, le hicieron decir que la Tierra no se movía alrededor del sol, y él, justo antes de lo que lo mataran, dijo: “Y, sin embargo, se mueve”. Y así me parece que es la vida, que pase lo que pase, sigue moviéndose, al margen de si lo aceptamos o lo entendemos.

Y esto digamos la vida esta que parece que es la que conocemos. Si nos ponemos trascendentales dicen que hay otras dimensiones, que en realidad hemos vivido varias vidas y esta es una más, en el plano físico-material. Hay gente que piensa que no hay nada más allá de lo material. Pues muy bien. Hay gente que piensa que sí hay más cosas más allá de lo material. Pues muy bien también. Whatever.

Si por material nos referimos a algo que podemos tocar-ver, entonces está claro que hay más cosas: las bacterias y virus, no los vemos pero sabemos que están allí, con microscopios ultra-potentes se han podido ver. Toda la estructura de los átomos, tampoco los vemos, un protón, un electrón, un neutrón, no los vemos y, sin embargo, creemos que están allí, que forman parte de la materia; fíjate que cosa, tres elementos que orbitan entre ellos, con un montón de separación y espacio entre ellos, se juntan y resulta que son la materia de un tablero de madera bien rígido y firme. Hemos asumido que esto es así, pero lo cierto es que ni tu ni yo hemos visto nada de esto, no hemos visto jamás un protón, ni lo hemos medido, ni fotografiado, pero asumimos que existe y es lo que compone la materia.

Otra cosa que no vemos ni sentimos y damos por hecho: las ondas de radio. Nuestro cuerpo es incapaz de percibir la radio FM, pero con un receptor podemos sintonizar la frecuencia, pasa por unos chismes y “et voilà”, se convierte en un locutor que está hablando. ¿Increíble, verdad?

La persona humana a pesar de su evolución sigue siendo bastante tosca bien mirado, ¿Verdad? A penas percibimos un porcentaje ínfimo de lo que nos rodea. Sólo vemos determinados colores, aunque el espectro es más amplio. Sólo oímos ciertos sonidos, aunque el rango de frecuencias es inmensamente mayor. Sólo notamos el tacto de determinado rango, aunque hay miles de partículas que estallándoos en nuestro cuerpo-células y ni las notamos.

Lo sorprendente es que con todo este panorama vamos por la vida hablando de realidad, de lo que existe y tal. Qué ingenuos somos, ¿Verdad? A penas percibimos nada y pensamos que lo sabemos todo.

La teoría de la relatividad misma, nos la creemos y nos quedamos tan anchos, pero se ha llegado a ella por un desarrollo matemático-físico, no porque nadie hubiera sentido nada. Y sin embargo, como decía Galileo, es una ley que está allí. Hay una escena que me encanta de la película Interestelar (¿cuántas veces la habré visto?), que muestra un efecto de la ley de la relatividad: sucede que están en la nave en el espacio, y 3 tripulantes van a bajar a un planeta con una gravedad muy alta, pongamos 10 veces la gravedad de la Tierra. En la nave se queda un tripulante, vigilando la nave. Cuando vuelven los otros, después de una hora en el planeta, encuentran al hombre de la nave viejo, habían pasado unos 20 años o así. ¿Por qué? Porque el tiempo pasa más lento si la gravedad es mayor, y por esto los astronautas en el planeta viven el tiempo de una hora, y en la nave con un gravedad mucho inferior el tiempo pasa más rápido y se convierte en 20 años.

Son cosas que parecen surrealistas, pero son. Como tantas otras que desconocemos. Esta misma ley sucede en la Tierra, pero somos incapaces de percibirla porque la gravedad nos afecta por igual a todos y el tiempo pasa más o menos igual para todos. Pero quizás hay otros factores que también influyen en el tiempo y no los sabemos. O los saben algunos pero ese conocimiento no ha fluido y no lo sabemos.

También somos muy expertos en ningunear e ignorar hechos. A diferencia del método científico, que a partir de hecho formular una teoría y luego mirar de confirmarla o rebatirla, cuando suceden hecho raros nos da por ignorarlos. La telepatía misma, quien la haya experimentado, es una verdad como un puño, pero bueno, allí se queda, la ninguneamos. Nos encanta cuando viene una teórico como Maxwell con sus ondas electromagnéticas, nos asustan con un carro de fórmulas, para decir, lo veis peble, no entendéis nada, esto es la verdad, callad y creéroslo. En cambio, luego tu experimentas algo en tu propio cuerpo, en tus sensores, conectas mentalmente con otra persona y no lo quieres aceptar, estás esperando que venga un Maxwell con una mega-fórmula para dar crédito a lo que sabes que ha sucedido.

En fin, que cada cual crea lo que quiera, qué más da.

Por cierto, sigo con el Greg Maroney, con el álbum “Quiet Piano Improvisaciones, Vol. 2”. No sé si en realidad las canciones son improvisadas, pero suenan muy bien, con melodías que parecen muy estudiadas. Esto de la música es otro flanco muy raro, cómo los músicos se pueden acordar de centenares, miles de notas seguidas sin fallar ni una, ¿Verdad? Algunos tocan sin ver ni la partitura, tocan de memoria. Es fascinante.

Bueno querido lector, querido , podría aquí poner un sustantivo que represente nuestra relación, porque por suerte conozco algunos de los lectores de este blog. Es un placer tenerte como lector, y como el sustantivo que tengamos. ¿Por qué tener que poner una etiqueta? Digamos que somos dos almas conectadas por un instante a través de este medio, ahora y aquí, quizás conectaremos en otra dimensión, quizás en otra dimensión ellos (otro tu y yo en otro plano) han conectado y hace que se traduzca en esto en el plano físico. Quien lo sabe.

Lo que sí sé es que es un placer escribir esto y compartirlo contigo. Que te agradezco este tiempo compartido conmigo, aunque sea en momentos diferentes, sé que la conexión existe, porque es a-temporal, a-espacial.

Creo que me voy a coger unos días de vacaciones, de respiro, aunque me guste escribir, creo que estará bien parar por unos días y seguir el próximo año. Así que seguramente este será el último artículo de este año. Desearte un buen final de año, muy buenas fiestas navideñas, y un muy buen año 2024. Suena a tópico, pero es lo que pienso. Que encuentres el propósito de tu vida, que la conciencia te acompañe todo este tiempo y te ilumine. Dicen que solo tenemos una vida, aunque antes te decía que dicen que hemos vivido múltiples vidas. Sea como sea, aprovecha esta, ahora y aquí.

Un abrazo,

Marcel