La pandemia de los móviles, es una realidad, está entre nosotros y no se va a ir a corto plazo. Después de la pandemia del COVID me atrevería a decir que es la segunda pandemia más nociva que estamos viviendo. Nociva porque a diferencia del COVID, la pandemia de la adicción a los móviles (redes sociales y similares) se infiltra de manera disimulada hasta que se cuela en nuestras vidas y las desfigura.

No voy a describir ninguna situación de estas en que observas a alguien que está enganchado porque estoy seguro que sabes a lo que me refiero y lo has presenciado, es más, quizás tú mismo eres víctima de este fenómeno.

En mi caso creo que estoy poco enganchado al móvil, con el tiempo y al ver los problemas a mi alrededor creo que le he cogido un poco de hastío. Tengo el móvil pero me da pereza entrar a tik tok para ver videos, entro en instagram lo justo, miro un poco y cierro. Hubo un tiempo en que creo que sí me pilló la flipada de la adición al móvil; recuerdo un día que salimos a pasear con mi mujer por Sabadell, pusimos el pie en la calle y yo ya estaba con el móvil en la mano mirando Twitter (cuando se llamaba Twitter), y le dije a mi mujer, fíjate, está lloviendo en Madrid! Ella me miró con una cara de atónita, y me dijo, que nos importa si llueve ahora en Madrid. Ciertamente, uno pierde contexto y la noción de la realidad con todo esto. Allí tomé conciencia de lo estúpido que era mi comportamiento.

Lo peor de estar con el móvil en las manos abducido es que uno no se da cuenta del tesoro que tiene a su lado o delante. Uno no se da cuenta de lo buen conversador que puede ser la persona que tiene enfrente, uno no sabe los temas que puedes tener en común, historias por contar, porque nada de esto no lo puedes saber si no estás conectado con el presente, si no paras un momento, si no haces nada, simplemente estás esperando a que una conversación suceda.

Un gesto, una mirada, y captar el estado del otro y la conversación sucede. ¿Pero qué pasa si la otra persona está con el móvil ignorándote? Está y no está. Mejor sería que no estuviera, sería más saludable, pero dejaría una evidencia muy clara, la gente ya no queda porque tiene una adicción tan grande que prefiere lo que te sugiere el “feed” de Instagram, Tik Tok, Youtube, o lo que sea que no hablar con tus amigos, seres queridos, o quien sea. Este es el gran problema y drama que nos enfrontamos con la revolución de internet. En cierto modo, los algoritmos que deciden qué mostrarte han conseguido jaquear tu mente para sea cautiva todo el rato. Es un círculo vicioso y muy difícil de salir. Si estás en este círculo, pide ayuda, e intenta salir de allí cuanto antes, por tu bien y los de tu alrededor.

Siempre imaginamos que la era de las máquinas sería al estilo Terminator: de repente aparecería un tío como Swagsonager hecho máquina y nos destruiría, así con brutalidad y mucha épica. Y no digo que no pueda suceder, pero lo que sucede ahora es algo muy diferente, una revolución de algoritmos, diseñados por nosotros mismos, que está tomando control de nosotros, poco a poco, a fuego lento, sin resistencia, sin darnos cuenta. Nuestros seres queridos que no están contaminados se dan cuenta, pero no saben cómo ayudar, como hacer ver al otro que no es el buen camino, que no le hace bien. He aquí el drama.

Cuando hacemos algo que disfrutamos fíjate que dejamos el móvil y ni nos acordamos. Si te vas a bailar swing y te pasas 2 horas bailando, con gente, ahora cambio de pareja, ahora vuelves a bailar con tu pareja, es una locura, estás bailando y pierdes el mundo de vista, hablas con este, con el otro, te llena. Si vas a escalar con amigos, estás colgado en la pared y cada paso es un reto, concentrado en el momento, digo yo vaya, porque no escalo pero me imagino que será algo así. Si quedas para ir a pasear con tus amigos, y hablas, entras a una cafetería a comer algo, genial, desconectas y no tienes la necesidad de mirar el móvil. Si vas a viajar, ya no te digo, de aquí para allá, viendo cosas nuevas, aprendiendo, observando. Todo tiene sentido, y el móvil es un artilugio más para facilitar la vida, pero no algo que te succiona la vida.

La Soledad, no soportamos la soledad. El Sacrificio, no soportamos el sacrificio en general, ser estoico, ante un reto persistir y persistir, un bien a la baja. La tenacidad, qué bonita palabra, me recuerda a la palabra “tenazas”, un instrumento fuerte, capaz de doblegar un clavo. Hay que hacer frente a la soledad de cara, no pasa nada. Mejor asumir que venimos solos al mundo y nos vamos solos. ¿Y qué? Pues ya está, así es, sin que esto quite que en el camino encontramos compañeros de viaje, padres que nos quieren, hermanos, hermanas, familiares, amigos, amigas, compañeros de trabajos y compartimos espacio, tiempo y emociones, y en esa química nos sentimos acompañados, queridos, con un propósito. Supongo que la addición se aprovechas del sentimiento de la soledad, la falta de tenacidad para cumplir tus retos o sueños, etc.

Estar viciado con el móvil nos desconecta de eso que más queremos, nos hace extraños.

Quizás algunos piensen: es que no sé que decir, por eso disimilo con el móvil. Pues aguanta el silencio, verás que bonito es. Se qué una lectora de este blog es muy fan del silencio, un saludo desde aquí! El silencio, la ausencia de ruido, la conexión con el más allá, con tu ser. Es imposible conectar con uno mismo sin silencio. Es imposible conectar con el otro si no estás conectado contigo mismo. Es imposible que nos entendamos como sociedad si no estamos conectados. Aquí radica el drama de lo que está pasando: la adición a las máquinas, redes sociales, el jaqueo de los algoritmos por captar la atención de la gente constantemente nos desconecta.

Deepak Chopra tiene una ley en su libro que dice que practiquemos la indefensión: no te defiendas, no intentes convencer al otro, no opongas resistencia. Me gusta. Si el mundo tiene que ir por aquí, pues que vaya. Si la inteligencia artificial y sus consecuencias acaba con nosotros, pues que acabe, ¿Y qué? Al final vamos a quedar cuatro nostálgicos, de esos que nos gusta mirar a los ojos, leer, estar en silencio, y estaremos desperdigados en un mundo zombi, ¿Y qué? “No fear” (sin miedo), lo que tenga que ser, será. Chopra también tiene otra ley de aceptar la realidad tal como es, y muy sabia que es.

Y acabo el artículo y de releerlo para corregir faltas con una canción que me gusta mucho de “Yo la tengo”, una que se llama “Blue Line Swinger”.

¡Un fuerte abrazo y feliz domingo!

Marcel