El domingo pasado fuimos al Moll de la Fusta de Barcelona porque había una especie de feria del libro escritos en catalán (y también traducidos al catalán). Tuve la suerte que justo ese día presentaba el libro un escritor catalán que me gusta, Sergi Pàmies. He leído varios de sus libros, le compré el último libro y tuve la suerte que me lo firmara con dedicatoria. Muy contento y agradecido. Mientras estaba escribiendo la dedicatoria no me puede reprimir y le hice esta pregunta: “Señor Pàmies, escribo en un blog, ¿Algún consejo que me pueda dar para seguir escribiendo y mejorar?” Respuesta: “No escuches los consejos que te den otros, haz la tuya”. Reconozco que la pregunta fue un poco a traición, él tenía trabajo haciendo dedicatorias y yo le arroyé con mi pregunta. No sé si no tuvo tiempo de pensarlo mucho y salió con esta respuesta de “manual”, como para solventar la papeleta, contestar sin contestar. O si bien, lo piensa profundamente, que el mejor consejo para seguir escribiendo es eso, no escuchar los consejos que otros te den para seguir escribiendo, vendría a ser: guíate por tu intuición, por tu instinto, haz tu propio camino y redirige la ruta en función de lo que vayas viendo.

Sea como sea, el caso es que me gustó la experiencia y muy contento de poder haber intercambiado dos palabras on él.

Escribir en un blog tiene un punto de practicar la autoconfianza. ¿Por qué? Porque escribes pero vas muy a oscuras, no sé si te gusta lo que lees o no te gusta, qué te parece, que te genera, prácticamente nada. Excepto algunas personas muy cercanas que sé que leen el blog y puedo preguntarles, o alguno de vosotros que me ha enviado un mensaje dando feedback, casi no sabes nada. Lo más que puede ver es cuando se envía la newsletter qué porcentaje de gente abre el email. Así que escribir en un blog pienso que es un acto de fe en lo que uno hace. Uno lo hace por convicción, porque le gusta escribir, porque le gusta que le lean. No hace mucho un señor que me ayuda con temas de terapia me dijo a mi petición que a veces es un poco frustrante esto de escribir, el no tener feedback, me dijo: ¿Pero escribes porque te gusta escribir? ¿O escribes porque te gusta que te lean? En ese momento fue como cuando en el ring te dan un puñetazo de esos que te noquean y no sabes que contestar. Con el tiempo he podido digerir la pregunta y creo que sé la respuesta: las dos. Escribo porque me gusta escribir, porque me gusta comunicar ideas, compartir cosas, y a la vez escribo porque me gusta que me lean, y que de vez en cuando me den feedback. Si sólo me gustara escribir y que no me lean escribiría un diario personal e íntimo, y no lo compartiría (cosa que también he hecho).

¿Si pudiera escribir como quien quisiera, cómo quien escribiría? Como la prosa de Francisco Umbral, la admiro tanto. Tiene esa habilidad de hacer bonito lo mundano. El último libro que he leído suyo es uno que se llama “La belleza convulsa”, me encantó. Es un libro que él escribe pensando que la va a palmar en breve, porque en ese momento no estaba muy bien de salud (luego vivió más años de los que él se pensaba). Y escribió un capítulo por día, durante un mes, así tipo diario. Esto lo intentamos hacer tu o yo y creo que no tendría mucha gracia, pero él tiene esa habilidad de narrar de manera bonita cualquier cosa y de allí sus libros. El libro habla todo el rato de la belleza, con muchas reflexiones que me gustaron. ¿La qué más? Que los humanos nos hemos inventado los negocios por el simple hecho de no poder soportar la belleza. Cuando eres consciente de algo bello, como una mariposa que se posa encima de una flor, y lo miras embelesado, te das cuenta que hace falta altitud de alma para contemplar la belleza en todo su esplendor. En este estado de ánimo no te hace mucho más en la vida, esa imagen te llena tanto que podrías decir adiós al mundo en ese momento y serías feliz. No tendrías por qué montar una empresa para complicarte la vida, ¿Por qué deberías hacerlo? Bueno, vamos a decir que él tiene esa licencia para hablar desde el plano conceptual, luego todos tenemos que comer y trabajar de algo, pero allí está la idea que me gustó. ¿Por cierto, sabes de donde viene la palabra “negocio”? Viene de “negación del ocio”. ¿Curioso no? Esto ya lo había aprendido de otro libro muy interesante, de un tal Jáuregui, creo que se llamaba “Alta diversión”, que decía por qué no podemos pasarlo bien en el trabajo? Pues eso. Los anglosajones pienso que fueron más inteligentes a la hora de buscar el nombre para esto, se inventaron “business”, que traducido vendría a ser “el que está ocupado”, lo que cuál no quita que pueda divertirse ni que tenga que negar el ocio. Pero en fin, cada vez que dices “hago negocios” es como que dices, me niego el ocio. Así, ¿Quién quiere trabajar?

Ahora estoy escuchando una canción de un grupo que se llama “Mirrors” de un grupo que se llama “Matthew and The Atlas” (Album “Temple”, muy recomendable), y la canción va diciendo “I won’t let you down”, lo que te decía en un artículo de no hace mucho, que hay muchas canciones dicen lo de “no te dejaré caer”, una más.

Bueno, un domingo más. Espero que lo hayas disfrutado y disfrutes lo que queda de él. Espero que la próxima vez que veas una mariposa, una puesta de sol preciosa, algo realmente bello te venga a la cabeza esta idea de la “belleza convulsa” y pienses lo inmensa y simple que es la belleza y cuan innecesario es todo lo restante cuando tienes ese estado de ánimo.