Ya han pasado unas semanas desde que inauguramos este año 2024. ¿Estás cumpliendo los propósitos que te hiciste a finales de 2023? ¿Te marcaste acaso algún próposito para este año? Yo ciertamente no. No lo considero propósito lo que decida hacer. Tengo en mente perder algún quilito, pero ya hace tiempo que voy detrás de ello, y sin angustiarme, la perseverancia es un punto a favor, hacer deporte, etc. Ya llegará, ya se notará. Lo bueno de no marcarlo como un gran propósito es que luego no tienes la sensación de fracasar si no ha los has conseguido de manera apabullante. Siempre puedes decir que estás en ello, en un continuo progreso.

Si crees en la teoría de vivir y ser consciente del momento presente (explicada muy bien en el libro “El Poder del Ahora”), realmente no hay propósitos a futuro, sólo hay el presente. En este instante sales a caminar, a correr, a jugar con un amigo a pádel, y ya está. La imagen que tienes de un plan para conseguir un objetivo es una ficción del cerebro, no existe, sólo existe este momento que está viviendo ahora, leyendo la palabra anterior (leyendo), cuando ya caducó porque ahora leías la otra (caducó), y así. El pasado no existe, es un recuerdo que vuelve a suceder en este momento cuando lo revives ahora.

Pero que quede entre tu y yo todo esto, ¿Vale? Si se supiera, imagina los planes de negocio, los proyectos, las predicciones de los economistas, etc. Todo se desmoronaría, porque nada de eso existe, son todo ficciones, abstracciones de esta capacidad que tenemos los humanos al pensar. Pero lo único que existe es este momento de ahora.

Así que se te detienes un momento, si dedicas una ratito cada día a estar en silencio, ver que pasa por tu mente. Observar la mente le digo yo meditar, para mi es la expresión de la conciencia. ¿Qué es la conciencia? Ser capaz de notar tus pensamientos. Así que en un momento de esos te viene a la cabeza una idea, sientes el impulso de bailar, pues dicho y hecho, pones música y bailas, aquí y ahora. No eso de hacer planes: miraré donde apuntarme para bailar, y ya luego si a caso ya vemos. No, no, bailas ahora y eso es lo que tienes, lo que vives, lo que realmente existe. Otro día el destino hará que te encuentres alguien que te invite a apuntarte a una escuela de baile, y eso será un guiño del destino que seguro que vas a aprovechar. Deepak Chopra a eso le dice “sincrodestiny”, sincronía con el destino vendría a ser, y sucede cuando estás conectado contigo mismo, y fluyes con el aquí y ahora.

Los finales de año tienen en común que un montón de gente te pregunta por los propósitos que te has hecho para el próximo año. Pero el caso es que a mi todavía nadie me ha preguntado como voy con la consecución de mis propósitos. Esto también es un poco nuestra esencia como humanos. En las empresas recuerdo que también pasa, la gente se mata a hacer planes a finales de año, para empezar con buen pie. Luego empieza el año, y todo el mundo va “como pollo sin cabeza”. ¿Oye, y lo del plan? Está bien tener planes, está bien velar por ir haciendo pasitos para conseguirlos, pero lo que digo, son ficciones a mi entender, lo único que existe es este preciso momento (fresa). Esta palabra que acabas de leer es lo más real que existe aquí y ahora. El pasado se desvaneció. El futuro no existe, es una ficción. La fresa sigue en tu mente, la vives ahora, es lo único que existe ahora si tu lo deseas.

Hoy me ha venido una revelación. Creo que ha sido en unos milisegundos andando por un caminito cerca de un rio. He visto claro por que siempre he tenido una cierta aversión a programar. Estudié telecomunicaciones junto con mi buen amigo Jordi (un abrazo desde aquí my friend). Él se dedica a programar, entre otras cosas. Yo jamás me sentí cómodo programando. Lo he hecho en múltiples ocasiones, y los programas hacían lo que tenían que hacer, pero siempre sufriendo en la tarea. Y hoy me ha venido un flash del por qué. Recuerdo cuando era pequeño que pedí para reyes un ordenador. Me debí portar bien porque los reyes me trajeron un Amstrad 128k, junto con un libro, que tenían instrucciones de programación que decían que si lo tecleabas podías jugar al juego de turno. Tu entrabas el código del juego, tecleando línea a línea, se cargaba el juego y luego podías jugar. Recuerdo el peor día de esos, creo que estuve tres o cuatro horas tecleando código, entrando las instrucciones, al final acabé, le di a la tecla del “return” y no funcionó, no paraba de decir “syntax error”, como odiaba esta expresión, que apenas entendía porque no sabía inglés. Fue muy frustrante. Y hoy he tenido el presentimiento que esa experiencia caló en lo más hondo de mi subconsciente para decirme: tu jamás serás un buen programador. Qué bonito el cerebro, ¿Verdad?

Pero la vida es irracional, es impredecible, es lo que tu aquí y ahora quieras. Y yo sé que si quiero puedo programar lo que me de la gana. Y si quiero podría ganarme la vida programando. ¿Por qué? Porque todo depende de lo que tu te creas.

No dejes que nadie, ni tu propio subconsciente te hunda, te mine tu camino. Me viene a la cabeza una imagen, como si tu mano entrará en lo más hondo de tu cerebro, agarrará esa falsa idea que no sabes hacer lo que sea, la agarra fuerte y la saca de tu cerebro, y la tira bien lejos. Ya eres libre. En este momento, aquí y ahora (fresa) puedes hacer lo que quieras, puedes hacer lo que quieras, puedes dejarte llevar por lo que te dice tu instinto. Y te crees que lo puedes hacer, que es lo mejor.

Silencio.

Más Silencio.

Silencio.

Ya. El pensamiento pasó por tu cabeza. ¿Qué vas a hacer?

Un abrazo querid@ amigo,

Marcel