Las vueltas que da la vida son impredecibles. Uno se acomoda en su zona de confort. Con más o menos esfuerzo uno se forja un espacio en el mundo, un grupo de amigos, un espacio familiar, un espacio laboral. Uno trabaja en un sitio, se esfuerza más o menos, para trabajar con lo que le gusta  y/o lo que le dejan. Uno se empieza a especializar en un tema y empieza a ver el mundo desde el prisma en lo que se está especializando. Habrá gente más hábil en saber ver más allá de su entorno pero es bastante probable que tu entorno te apantalle todo lo que hay en el mundo. Basta con que en la vida te surja un cambio para descubrir un mundo que no habías imaginado. Es lo que se dice de tirar de la «alfombra» y flipar con todo lo que esconde.

Todo esto, con más o menos acierto explicándome, es lo que me ha sucedido a mi. Yo invertí una década de mi vida en el mundo de la seguridad informática y siendo más preciso en el mundo de los certificados y firma digital. Diez años, sin prisa pero sin pausa, da para mucho. Te vas metiendo en un mundo por sí mismo, el de la seguridad, con todos las «facilities» que necesita un departamento técnico: la gestión de desarrollo del software y la gestión de los sistemas. Aprendes decenas, centenares de conceptos, siglas y acrónimos de todos estos campos: que si un certificado x509, que si una firma Xades, que si un «hibernate» por aquí, que si un «jmeter» por allá, que si una cabina de discos con raid vertical y horizontal, buah… un sinfín de cosas aprendes y se quedan allí, cargadas en un «cartucho» de tu cerebro.

Luego, llega el día que se acaba todo este mundo. El día que alguien día decide sacarte los pies de este rail. Luego llega ese periodo en el que te das cuenta de las «11 lecciones después de un año desde que me echaran«. Luego llega el momento en el que te tienes que «reinventar«. Si, esa palabra que algunos abogados de la emprenedoría les gusta tanto soltar. Eso que es tan fácil soltar en un mitin y tan difícil de aplicar. Difícil porque es el miedo al abismo, el miedo a tener un folio en blanco y tener que escribir lo que quieres hacer. Y más que lo que quieres, lo que te ves con agallas de hacer y lo que el mercado/competencia te deja hacer. Y esto no es fácil. Yo diría que hace falta un cierto grado de olfato instintivo para meterte por caminos en los que puedas salir bien parado. Un prueba/error constante e ir orientando el siguiente paso hacia donde crees que puedes ganarte la vida.

Con el punto y a parte de mi primera década laboral empecé a colaborar en modo freelance con una empresa de consultoría de software. Todavía colaboro con esta empresa y diría que este año y medio largo de trabajar juntos a sido un win-to-win. Ellos han conseguido el tiempo de un gestor de proyectos senior, con dedicación y foco en realizar una parte crucial en el desarrollo de un aplicativo, el análisis funcional y orgánico del aplicativo. Y yo he conseguido encontrar una empresa que me ha permitido trabajar en esta modalidad de freelance.

En todo este año y medio largo aparte de la consultoría empezé a andar por caminos del marketing digital. Empecé con hacer una página web con Joomla. Continuas con hacer otra página web. Luego que si un blog con WordPress por aquí que si otro por allá. Si te metes por estos barrios empiezas a encontrarte a Google por todas partes. Y Google ha hecho una cosa de gente con visión: darte formación gratis, ayudarte a formarte en lo suyo, en la plataforma de gestión de publicidad Google Adwords. Así fue cómo recibí un buen día un mail invitándome a ir a las Google Academies en Barcelona. Así es como empiezas a viciarte. Así es como llegas a una clase de un tal Sergio Falcón y te captiva con el contenido y con el continente. Así es como se te abre una luz y te preguntas: ¿yo me podría ganar la vida con esto? Y así es como después de las primeras google academies haces un examen de google, y te enganchas con las segundas academies… Y aquí vuelvo a la metáfora de la «alfombra», la levantas y alucinas con todo este mundo. Un mundo que cuando gestionaba infraestructuras y software y seguridad ni me imaginaba el alcance que tiene y el nivel de tecnicidad que hay detrás.  Gente experta en hacer que tu web salga arriba de todo de Google, gente experta en Blogs, en cómo escribir para tener un público amplio, gente experta en publicidad en internet, gente experta que puede saber más de tu negocio viendo que hacen los usuarios en tu web, el inabarcable mundo de la analítica web. Gente experta en redes sociales. Gente experta en diseño web, en hacer que las webs se carguen cagando leches. Buf, una espiral infinita. Cuando ya tenía localizados en mi radar un montón de expertos en Java, en .Net, en Virtualización, en storage, ahora descubro otro mundo, con decenas más de especialidades.

Y las vueltas que da la vida las experimentas cada mes. Una persona que conociste en tu anterior etapa, el gerente de un proveedor que trabajaba para ti, ahora pasa a ser tu cliente. Y un gerente de una división de software de una gran empresa ahora es un gran emprendedor, con un olfacto y energía admirables. Y una persona que resulta que fue tu jefe ahora se gana también la vida de freelance. Y otro jefe que también tuviste ahora es el jefe de otra empresa también del mundo de la seguridad. Y constatar que todas estas personas eran grandes personas cuando las conociste y lo siguen siendo ahora. La vida da muchas vueltas pero el que es buena persona sigue siendo buena persona (ya sé que excepciones habrá, pero suele ser así).

Y el tiempo pasa y viéndolo con prespectiva piensas que no estuvo tan mal un pequeño cambio laboral para darte cuenta que existe vida más allá de lo que haces. Y constatar que puedes disfrutar tanto o más con estas nuevas disciplinas y con el nuevo estilo de trabajo que te has montado, sin abandonar lo que aprendiste y los contactos que hiciste porque se convierten en tu equipaje. Todo esto recuerdo que ya lo decía Emilió Duró, que gran maestro para los que lean entre líneas sus palabras en ese memorable vídeo suyo que ronda por Youtube. Cuantas veces lo vi cuando las cosas pintaban mal donde trabajaba antes, pero no es hasta que uno lo experimenta que puede dar fe. Y sirva este post para dar mi «fe».

Un saludo!

Marcel