Admiro de los holandeses su capacidad por conciliar el trabajo con su vida personal, admiro su convicción en el uso de la bicicleta, admiro su sensibilidad por la flores y la belleza. Admiro su espíritu emprendedor. Son algunas de las cosas que admiro de los holandeses. Este verano estuve una semana en Holanda de vacaciones. Siempre va bien salir de donde uno vive para ver otras maneras de hacer, de vivir. Me sorprendió ver cómo al mediodía la gente salía del trabajo y entraba al supermercado para comprar cualquier cosa para comer: un panecillo y una terrina de ese queso para untar y cosas así por el estilo. ¿Tiempo para comer? mínimo. Supongo que luego saldrán del trabajo a una hora muy razonable por la tarde.

Su convicción por el uso de la bicicleta

Otra cosa que me fascinó fue ver la adopción del uso de la bicicleta por parte de la POBLACIÓN. Y lo escribo en mayúsculas porque creo que no hay excepción. Parece como una seña de identidad de los holandeses. Personas de todas las edades van en bicicleta. Niños pequeños que son llevados en bicicleta por sus padres. Niños no tan pequeños que van con sus bicis pequeñitas. Niños más grandes que van solos al colegio. Adultos que van y vienen. Personas de la tercera edad que van como si nada en bici (me cuesta imaginar aquí algunas personas de esta edad ir en bici). Los carriles bici estan por doquier. En lo que es la calle (o carretera) por un lado hay el carril bici para ir en una dirección y al otro lado de la calle hay el otro carril para ir en el otro sentido. Nosotros también cogimos la bici para ver la ciudad (no Amsterdam pero sí un pueblo muy bonito llamado Alkmaar). Es una experiencia genial. Haces deporte, te toca el aire en la cara, no hace ruido, no ensucia y vas mucho más rápido que andando. Supongo que poder ir al trabajo y volver a casa en bicicleta te hace sentir diferente a cómo nos sentimos aquí cuando cogemos un tren que va a reventar de gente y te toca hacer 40 minutos apretado y de pie. No puedes llegar al trabajo con el mismo estado de ánimo, está claro.

La lluvia no es ninguna excusa para ir en bicicleta

Otra cosa que me sorprendió fue la actitud de los holandeses ante la lluvia. Hubo un día que nos pilló un chaparrón de los buenos en un pueblo (Zaanse Schans) donde hubo antaño muchos molinos de viento . Nos metimos en un molino a resguardarnos y hacer tiempo a ver si paraba. Mientra esperabamos miraba por el cristal del molino y no paraba de pasar gente en bicicleta. Vi a niños con sus bicis, con la maleta del colegio colgada en la espalda y en la cesta de la bici. Pedaleaban a buen ritmo pero sin inmutarse. ¿Por qué? ¿Acaso encoge la lluvia? ¿A caso me voy a mojar menos por pedalear más rápido? Aquí caen cuatro gotas y ya ponemos cara de velocidad cuando andamos. Cuando llueve (casi) todo el mundo coge el coche para ir a recoger a los niños al cole, (casi) todo el mundo coge el coche para todo y claro, se montan la retenciones que todos sabemos. Ahí los niños volvían del colegio (por la hora que era) ellos solos. Niños que aquí dudo que los dejaramos ir solos. Ya sé que comparar Holanda/Amsterdam con Barcelona es como comparar manzanas con peras, pero no deja de fascinarme. También me pregunté, ¿Cómo puede ser que aquí en España/Cataluña teniendo tan buen clima no hayamos adoptado el uso de la bici? Y en cambio en Holanda que tienen un tiempo mucho más lluvioso y frío todo el año sí que lo hayan adoptado? para mi es una paradoja desconcertante.

Todo tipo de bicicletas

En cuanto a bicis las hay de todas las manera imaginables. Las bicis normales, las de dos plazas, las bicis con una especie de carrito en la rueda delantera para llevar los niños, la bici con un enganche detrás. Vi bicis con una especie de carro de 8 plazas donde un adulto llevaba niños pequeñitos (deberían tener 4-5 años). Tenía toda la pinta de algún «servicio escolar» para llevar los niños del cole a sus casas.

El diseño de las ciudades

Luego está el diseño de las ciudades, el tipo de casas, de construcciones. Las calles son tan perfectas, todas las casas tan bien puestas, tan bien arregladas por fuera (y por dentro). Y las plantas decoran todo tan bien. Y los arboles. Si cierro los ojos y pienso en las calles de Amasterdam, o Alkmaar, o Volendam, o Edam (porque casi todo es igual) me vienen los colores rojo (ese rojo de ladrillo y de esa especie de asfalto), verde de los arboles. Cuando cierro los ojos y pienso en mi ciudad (Sabadell) me viene un color en la cabeza, el gris. Me suele pasar cuando vuelvo de un viaje, entro en mi ciudad y la veo oscura, gris, con poca luz, con poco verde, con demasiados coches, con demasiado humo. Y eso que quiero mi ciudad pero no puedo con esto. Este verano fui a una exposición en Sabadell de un artista graffitero. Durante años le borraron todos sus graffitis de las paredes, a pesar de ser graffitis bonitos. Por fin alguien del ayuntamiento se ha dado cuenta que eso es arte (eso que en Londres saben explotar tan bien con Bansky) y ya no se los borran. Y incluso le han concedido una exposición con motivos de la festa mayor de Sabadell (si te interesa puedes ver sus obras en instagram). Pues bien, este hombre hace tiempo que hace abejas con una mascara en la boca por paredes y zonas grises de Sabadell, para denunciar la situación. Las abejas tienen que ir en mascarilla de lo contaminado que está el aire.

Lo malo es que llevamos una inercia que parece que esto no puede cambiar y seguimos tal cual. Yo mismo cogería la bici pero tengo un cierto miedo a ser atropellado, prácticamente no hay carriles bici en Sabadell. Y tampoco me convence la idea de ir detrás de un coche chupando dióxido, así que yo me acabo sumando a los que vamos en coche sacando dióxido de carbono. No es lo mismo pedalear por Amasterdam con pocos coches y aire limpio que en una ciudad super-poblada por coches, encorsetado por bloques de pisos y sin apenas carriles bicis.

Trabajar sí, pero no siempre en la oficina central

Lo de desplazarse a unas oficinas de lunes a viernes, desde mi punto de vista, se aguanta por la inercia colectiva pero si te lo paras a pensar es bastante absurdo. Cualquiera que haya trabajado unos años 8 horas delante de un ordenador sabe que hay tareas que puede hacer perfectamente fuera de la oficina (en tu casa, en algún despacho compartido cerca de casa, en un espacio coworking cerca de casa, en la biblioteca de tu barrio, etc.). De hecho más de una vez he tenido la conversación con algún compañero que te dice «me tendría que quedar un día en casa para hacer esto y sacármelo de encima, porque aquí en la oficina me interrupen y no hay manera». ¿Te suena esto? ¿Pues por que no se hace un modelo de 3-4 días en la oficina de la empresa y 1-2 días trabajar fuera de la oficina (trabajar en serio, no hacerlo ver)? Para esto creo que haría bastante falta cambiar el chip de cómo enfocamos el trabajo. Para hacer esto como colectivo hay que estar preparados. Unos y otros. Los jefes y los trabajadores. He visto muchos jefes que no sabrían hacer esto bien, principalmente porque no gestionan bien sus equipos, no reparten tareas ni hacen seguimiento de ellas, con lo cual no ejercen ningún tipo de supervisión sobre sus trabajadores (sólo cuando hay incendios, luego sí se mueven para apagarlos). Y claro, así no se puedes aplicar este modelo. También he visto personas que no les veo muy preparados de pasar 8 horas en su casa trabajando (o aunque fueran 5 horas pero productivas). Hay que saber a lo que se va. El trabajador tiene que saber que puede pasar 2 días fuera de la oficina, que se puede ahorrar el transporte a la oficina, que puede desayunar una tostada en el comedor de su casa tranquilamente, sin tener que hacer esas colas absurdas en los bares de loas zonas de oficinas, que puede comer saludablemente en su casa, sin tener que gastar dinero en restaurantes ni perder 1 hora por lo menos en comer. Sabe que puede meterle caña en concentrarse en lo que tiene que hacer, sin que nadie le interrumpa. Sin que le moleste ese ruido que hace el compañero del lado. Sin ese aire acondicionado que le cae encima del cogote y que ya ha dicho varias veces que le molesta pero que parece que nadie de la dirección de su empresa ponga remedio. Sabe que puede estar a gusto como en su casa. Sabe que todo esto le beneficia. Pero tiene que saber que de él se esperan RESULTADOS. Que 8 horas de trabajo en esta condiciones se tienen que traducir en haber avanzado en algo en el trabajo. No puede ser eso de mandar 4 mails espaciados en el tiempo para hacer ver que has estado allí y no haber dado el callo. Y claro, supongo que habrá gente capaz de trabajar así y gente que no. Pero lo que decía,llevamos una inercia que parece que nadie la puede cambiar y seguimos con más de lo mismo.

Comer algo rápido al mediodía

Comer algo rápido al mediodía y plegar consecuentemente antes del trabajo pienso que es una idea genial. Tampoco hace falta ser un radical de esto y se podría alternar con algún día de ir a comer fuera y estarse un rato más. Por otro lado, lo de comer algo rápido en el trabajo para salir a una hora razonable y conciliar mejor con la vida fuera del trabajo es posible que lo hayas intentado y experimentado. Habrá de todo. Es probable que te haya pasado, o sepas de alguien que le ha pasado de comer en media hora, todo rápido con la esperanza de terminar a la hora que toca contando de hacer las 8 horas y luego por el pressing de tus jefes (que no son de este modo de hacer) te has tenido que quedar hasta las seis, siete u ocho de la tarde. Así uno se escarmienta rápido. ¿Qué haces al día siguiente? me voy a comer fuera en un restaurante, me estoy una hora, me hago mi cafelito sin prisa, total, voy a pringar hasta tarde… Y así es como entramos tarde, salimos tarde, los niños salen temprano del cole, todo el mundo que puede tirando de abuelos, extraescolares y mil malabares para entretenerlos hasta que plegas del trabajo. Y eso sí, cogiendo el tren que va a rebentar. O cogiendo el coche para salir de Barcelona que todavía es peor. Y dices, ¿ Cuánta energía gastamos para poder trabajar, no? ¿Esto se podría hacer de otra manera, no?